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Racionalidad de las emociones para el emprendimiento

Diversos elementos sociales y tecnológicos que han ocurrido en las últimas décadas en todo el mundo, han permitido un aumento considerable del número de proyectos de emprendimiento, sólo en el primer semestre de 2016 en Colombia se crearon unas 161.000 unidades productivas, según datos reportados a portafolio por parte de Confecamaras, es decir un aumento de 17% respecto al mismo periodo de 2015.

A pesar del aumento de creación de proyectos, la cantidad de negocios que tienen que detener sus operaciones oscila alrededor del 30% del total de registros de empresas nuevas. Hay gran cantidad de variables que pueden causar dichos cierres, el principal según Dionisio Araujo expresidente de Fenalco, es el agotamiento de los recursos de capital, le siguen los malos manejos administrativos y conflictos entre los socios.

Entonces ante este escenario vale la pena cuestionarnos sobre las motivaciones para el emprendimiento. Desde principios del siglo XX se han hecho estudios a partir de los enfoques económicos y del entorno que incentivan o inhiben la creación de proyectos de emprendimiento para la generación de empleo y riqueza en el territorio (Shumpeter, 1934). Una segunda oleada de estudios se enfocó en el análisis de perspectivas de carácter sicológico de las personas emprendedoras, analizando rasgos y atributos de los individuos. Ya en la última década los expertos han orientado sus investigaciones en la entrada de emprendedores en sectores como la tecnología y el escenario digital (Marvel, 2013), rural (Ahmad, et al, 2012) proyectos sociales (Iglesias, 2013, Rouse et al, 2013).

De forma complementaria la biología ha hecho aproximaciones sobre la predisposición de origen genético de los emprendedores (Johnson, 2009), la adaptación de individuos y la influencia de hormonas, en particular la testosterona durante el proceso de emprendimiento (Guiso, et al, 2011). La Neurociencia por su lado no ha aportado suficientes estudios relacionados a este tema que permita identificar patrones de pensamiento en los diversos escenarios del emprendimiento, tales como la capacidad de identificar oportunidades, el efecto de las emociones en las decisiones, etc.

Al emprendedor lo podemos definir como: quien accede a una idea de negocio y alinea los recursos para explotarla, asume los riesgos implícitos en su desarrollo y modifica de forma proactiva su comportamiento para beneficiarse económicamente (Lim, Morse, et al, 2010). De acuerdo a este concepto es posible identificar a quienes emprenden por su perseverancia en la búsqueda de nuevas oportunidades, están orientados a la acción y cuentan con la habilidad de comprometerse y comprometer a otros para su éxito.

Basados en todo lo que he tratado de recopilar en esta entrega, así como en las aproximaciones académicas, puede parecer lógico asumir que las diferencias entre emprendedores, son asimetrías individuales que se pueden catalogar como competencias y aptitudes emocionales. Por consiguiente, la correcta “gestión” de dichas emociones es un elemento fundamental en la mentalidad de los emprendedores que persiguen el éxito en el desarrollo de sus ideas.

La gestión de las emociones pretendo asociarla al concepto de Inteligencia Emocional, Goleman (1998), la define como: “La capacidad de reconocer nuestros sentimientos, los sentimientos de los demás, motivarnos y dirigir adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos”. No voy a profundizar sobre los modelos de dimensiones de personalidad porque se salen del alcance de esta entrada, sin embargo mencionaré la estructura de las competencias emocionales desarrollada por Goleman y Cherniss (2005).

  • Autoconocimiento (conciencia emocional, autoevaluación y autoconfianza).
  • Autorregulación (Autocontrol, minuciosidad, adaptabilidad, orientación al logro, iniciativa).
  • Conciencia social. (empatía, orientación al servicio, conciencia organizativa)
  • Dirección de relaciones (desarrollar a los demás, comunicación catalizador de cambios).
  • Habilidades sociales (resolución de conflictos, influencia, creación y fortalecimiento de vínculos)

Al ser una actividad promovida por las emociones, los individuos que deciden emprender se ven afectados de forma positiva por su capacidad de desarrollar estas habilidades de inteligencia emocional, ya que esto permite aumentar la fortaleza del carácter y la eficacia en el día a día de forma constante, mejoran su adaptación al cambio y toleran mayores rangos de estrés.

En conclusión quienes han decidido optar por el camino del emprendimiento ya saben que a su idea de negocio exitosa, a su planificación de mercado y de capital, hay que sumarle la formación en inteligencia emocional para que nada se interponga entre ustedes y el éxito.

¿Qué sensaciones y emociones has experimentado al emprender algún proyecto? por favor comparte tu opinión en los comentarios. Hasta pronto

 

 

Nicolás Giraldo Gracia

20 de febrero de 2017

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